Un grupo de misioneros viajó a Ecushamen para llevar ayuda que será repartida en caritas y escuelas de aquel paraje chubutense. Esta vez son siete las personas que emprendieron la travesía, entre ellas la lamatritense Graciela Pach. “Es una alegría poder misionar” porque “es anunciar a Jesús, para tener un mundo más justo y fraterno”, enfatizaron los protagonistas.
Montados en “Pancho”, un colectivo Mercedes Benz 1114 la aventura se inició horas atrás y estarán en el poblado hasta el miércoles venidero.
El grupo realiza dos viajes al año: en enero y en mayo. “En el primero podemos ir a los parajes y visitar la precordillera. Ahora, por el clima, sólo podemos alcanzar las escuelas y Caritas”, detalló Marcos Porcel.   
La lamatritense Graciela Pach agradece la colaboración de la comunidad. “La gente responde. Toda la donación que llevamos de acá es de La Madrid y Líbano, llevamos ropa y comida”, cuenta. Vale decir que en otras ciudades también se juntan donaciones. Pach viajó por quinto año, aunque es la primera vez que lo hace en invierno.
“Misionar es hermoso. Le doy gracias a Dios, al padre Eduardo (Campion) y a Hugo Arbeo) que me invitaron. Es una alegría muy grande porque te esperan con una gran expectativa; cuando llegamos en enero era después de las 2 de la mañana y nos esperaron tocando la campana, es una alegría enorme y nos reconforta el alma”, sostuvo.
Marcos Porcel detalla que la misión llega a Cushamen hace 15 años y hace 40 años que viaja a la zona, de Epuyen y El Hoyo, sobre la cordillera. Se inició en 1984 gracias al Padre Jesús Artigo. “En Cushamen, en el verano, recorremos doce parajes aislados; hacemos visitas, misas y bautismos, en invierno entregamos ayuda con referentes de caritas”, detalla.
El viaje comienza en Roque Pérez y pasa por Azul y La Madrid hasta llegar a Chubut. Recorrerán más de 1200 kilómetros hasta llegar a la precordillera. “La población colabora mucho y “Pancho”, el colectivo, también”, dice.
“La misión es anunciar a Jesús para tener un mundo más justo y fraterno. Anunciamos a Jesús donde no llega la presencia de la iglesia. La gente allí recibe misa una vez al año para rezar porque están muy alejados”, cuenta Porcel.