La casona y el monte Laplacette se convirtieron, durante algunas horas, en un set de filmación y el emblemático lugar de General La Madrid retrocedió mágicamente un siglo para darle vida nuevamente vida al futuro musical de la escena local. “B3R y Los Armonautas” crearon una historia de siete canciones que pronto verá la luz. 
Más de veinte personas participaron del proyecto que aún está en etapa de edición. “Yo todavía no caigo”, dice Bernardo Antía, que fue el impulsor de la idea. 
“Tenía una espina, y cuando me volví para acá me propuse terminar de estudiar y lanzar el disco. Necesitaba tiempo para eso y en CABA no lo tenía; el tiempo que estoy en La Madrid estuve trabajando en las canciones, mandándoselas al productor, grabando las voces y los instrumentos, todo eso me llevó años hasta que logré terminar las siete canciones”, cuenta el artista.
Cae la noche y las sombras de los árboles se proyectan sobre la casona señorial. Un hombre con una boquilla, un bastón y un reloj se sienta en los sillones del corredor. Un par de señoras llegan vestidas de época. Tres pequeñas también.
Mientras eso sucede, los integrantes Clipper Audiovisual junto a Milagros Milován preparan las luces. 
En el comedor de la casa de la familia fundadora del pueblo se ha improvisado en un camerino: Evelín Talamoni peina a la actriz principal, Manuela González. Evangelina Moris maquilla a quien se acerca. Todo se va preparando para la gran función.
“Terminó siendo una historia. Es una serie de siete capítulos de 3 minutos cada uno”, anticipa Antía.
“Se ambientó un lugar y tiene una estética. De pronto se convirtió en una historia y yo paso a ser más un actor que protagoniza un personaje en 1920 que va a ver a una hechicera y entra a una fiesta donde conoce a una mujer; a partir de ahí suceden un montón de cosas”, relata sin contar más detalles. 
Ahora comienza la etapa de edición para después distribuirlo en las plataformas digitales y posteriormente hacer los lanzamientos.
La idea original fue de Bernardo Antía que escribió el guion “conectando las siete canciones para que tengan una historia y los chicos de la productora lo hicieron realizable”, explica. La posibilidad de utilizar la Casona Señorial surgió a partir de ese borrador. “Les mostré la casona en video y se vinieron. Fue una locura”, sintetiza.

“Te sacás un traje y te ponés otro”: 
“Mejor acomodar las luces acá. Fijate que hay muchas sombras… bueno, vamos a acercarnos que empezamos”, anuncia alguien. Son los momentos previos al inicio de la filmación. Los trabajos de pre producción ya están por terminar y la Casona, mágicamente, va retrocediendo en el tiempo para situarse a principios del siglo anterior.
Claro que los celulares y las “selfies” para retratar el momento están mientras los actores terminan de ataviarse. 
Además de Bernardo Antía, Franco Biurrarena, Bruno Vitale y Francisco Milován, los integrantes de la banda, en la filmación intervinieron Mónica Mackeprang, Yoli Milovan, Clarita Matteucci, Ignacio “Nacho” Ponce, Ezequiel Gavio, Angel Suardiaz, Marcia Zorn, Laureana Ciappina, Iñaki Antía, María de los Ángeles Fitzsimons, Raquel López Osornio, Víctor Caro, Alicia Cimino, Ignacio Lago, María Ofelia Hansel, Aldana Bona, Susana Orellano, Lupe, Lucía y Julián González.
También colaboraron Evangelina y Mercedes Moris, Milagros Milovan, Evelin Talamoni, Silvia Boloqui, Silvia Herbosa, María Marta Godoy y Viviana Estrabeau.
“Estoy orgulloso y emocionado, y más que nada agradecido a mis amigos y a la gente que te encontrás en la vida y me dieron una mano enorme. Estuvieron al pie del cañón del primero al último minuto y gracias a ese compromiso se pudo hacer”, comienza diciendo Bernardo al hablar sobre lo que fue la puesta en escena.
“Cuando tenés un proyecto artístico que vas llevando adelante te tenés que ocupar de un montón de cosas solo y tenés que desarrollar un montón de roles: artista, actor, escribir el guión, sos productor, tenés que buscar las cosas que son parte del video, buscar a gente que actúe… se te mezclan todos los roles y no terminás de caer”, detalla respecto al momento de la grabación.
“Trataba de parar un poco y disfrutarlo porque fueron dos días de grabación. Cuando lo podía hacer lo disfrutaba porque estaba con una galera, un arma de 1920 y corriendo por medio del monte”, apunta.
“Yo no me pensaba como personaje. No quería hacerlo y los de la producción me dijeron que tenía que hacerlo yo y aún hoy me genera algo extraño”, revela.
En la charla también interviene Franco Biurrarena. “El (Bernardo) andaba de un lado para el otro y en un momento se sentó y quedó pensando, mirando lo que pasaba porque iba y venía todo el tiempo. Yo estaba mucho más relajado y solo tenía que hacer de extra pero ni lo pensé actoralmente”, contesta sobre cómo fue el momento de la actuación.
“Tuve que hacer un montón de caras, de gestos. Cuando nos juntamos a tocar decimos ´vamos a improvisar´ y lo hacemos pero esto es muy diferente porque te dicen que lo tenés que sentir y para alguien que no tiene experiencia es muy loco”, compara Antía.
“Tenía que estar con una actriz, cabeza con cabeza y yo qué sé… ella (Manuela González) re suelta. Yo lo único que pensaba era que tenía que actuar para quedar creíble y soltarme”, indica sobre la relación con su compañera en el video.
“Las decisiones que tomamos por ahí no son las más recomendables, hoy se estila más lanzar singles que son una canción pelada. Le metí mucha ganas y tiempo, y ahí pensé que subirlas solas no tenía sentido por eso me decidí hacer el video”, refiere posteriormente el artista/productor/actor.  
“A los chicos de Clipper Audiovisual los encontré de casualidad y resultaron ser unos capos, re copados; se vinieron y lo resolvimos en un rato. También Manuela, la actriz, se copó enseguida. La historia se fue construyendo de casualidad, un poco por la Casona que te da una ambientación particular. Y cuando empezamos a ver las canciones vimos que se podían conectar las historias, y quedó de casualidad”, retoma.
Por último Bernardo Antía habla sobre las expectativas tras la experiencia. “Me interesa tener un piso, que el que entre vea que tengo un disco grabado con un video clip con contenido y después se irán lanzando los singles”, anticipa.

Visualizer:
Escribir un libro, plantar un árbol, tener un hijo… hacer canciones y llevarlas a un escenario ¿actuar en un visualizer? La gente sigue llegando a la Casona. Todos preparados para la ocasión. Algunos curiosos se arriman para ver qué sucede. 
Para Franco Biurrarena, estar frente a las cámaras “fue muy parecido a subirse a un escenario. Te sacás un traje y te ponés otro, y lo disfrutás” aunque insiste: “solo tenía que hacer de extra, ni lo pensé actoralmente”.
“Son cosas diferentes pero las dos te atraviesan. Hacer una canción es sentarse con la guitarra y con una hoja, y es como un hijo que después mostrás, y te atraviesa de un lado al otro. La parte creativa y cuando salís a hacer un show son completamente distintas pero se disfrutan mucho, pero ninguna de las dos tienen nada que ver con actuar”, coinciden Franco y Bernardo al consultarles sobre la comparación entre estar arriba de un escenario o en un set de filmación.
“El arte en su esencia es compartir. Cuando uno produce un hecho artístico lo hace básicamente para compartirlo con los demás. Hacer una canción y no mostrarla me estaría perdiendo muchísimo; se completa cuando la llevás al ensayo y ahí se transforma en otra cosa, y cuando la tocás en vivo se termina de conformar definitivamente”, cierra Bernardo Antía.