La lamatritense Beatriz Guevara participó de una excursión al Lanín, una de las cumbres con las que sueñan hacer muchos adeptos a la aventura. Contó cómo fue la travesía y cómo es su vida en el trekking. 
“La experiencia comenzó hace mucho porque me empecé a preparar y hacer actividades, yendo a otras travesías por las dificultades que representaba”, apunta sobre cómo fue la previa y detalla que la aventura propiamente dicha “duró dos días: en el primero caminamos desde la base que está a 1200 metros hasta el campamento que está a 2300 metros; ahí descansamos en los domos, cenamos a las 6 de la tarde y nos acostamos porque salimos a las 3 AM hacia la cumbre”.
Para ello el equipo se muñó de linternas, crampones y piquetas. “Ibamos uno detrás del otro sólo alumbrados por las linternas y copiando el paso del de adelante”, cuenta sobre las medidas de seguridad.
Al amanecer “la vista fue increíble y pudimos dimensionar el paisaje, eran tremendos los colores”, revela. 
“Podíamos ver Chile, los volcanes… hicimos cumbre a las 10 de la mañana y pudimos estar un ratito para sacarnos la foto con la banderita de La Madrid. Después comenzamos el descenso que en parte lo pudimos hacer tipo ´culipatín´ para ahorrar piernas y poder llegar a la base”, sintetizó sobre la aventura.
El volcán Lanín, en Neuquén, tiene una altura superior a los 3770 metros. El grupo con el que viajó Beatriz Guevara estuvo conformado por once persona de Olavarría, Azul y Tandil. “El segundo día caminamos 14 horas. Yo la pasé bien y lo pude disfrutar; sólo se hacen paradas técnicas cada una hora y de muy poco tiempo porque si estás más tiempo el cuerpo se te enfría, igualmente tuvimos suerte con el clima”, enfatiza.  
“Es una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida”, resume. “Fue mágico. Ahí arriba se dimensiona todo, es como estar en otro espacio”, dice Guevara.
“En todo momento vas en 45 grados y tenés que estar atento porque un error puede hacer que te vayas para abajo pero a pesar de eso es súper disfrutable”, confiesa sobre las sensaciones que vivió.
“Es una aventura muy recomendable, sí hay que estar bien preparado para poder disfrutarlo porque es duro el ascenso. Hay que prepararse física y mentalmente porque el 50 por ciento es físico y el resto la cabeza porque no hay que creérsela ni pensar que no se puede”, subraya.

Otras experiencias

“Desde hace un tiempo estoy haciendo otras travesías. Fui a Mendoza, Córdoba, la Patagonia y ahí me conocí con gente que me decía que tenía que hacer tal o cual circuito… esto del Lanín es, para el que anda en la montaña, para hacerlo es un desafío siempre y hay que hacerlo”, apunta Beatriz Guevara sobre cómo se decidió a realizar el viaje.
“Siempre está la posibilidad de seguir haciendo travesías pero no tengo nada en mente como esto. En septiembre hice la de Tilcara a Calilegua que fueron cinco días. En febrero, antes de la pandemia, hice la travesía a caballo del cruce de los Andes, la hice con mi papá porque era algo que queríamos hacer los dos y la disfrutamos mucho”, repasa Beatriz Guevara sobre lo que se viene para ella y las experiencias que ha tenido. 
“La caminata me atrapa porque el esfuerzo es de uno”, menciona y cuenta que “todo comenzó haciendo trekking en el cerro Tres Picos y a Sierra de La Ventana; me empezó a gustar. Hice otros senderos, estuve en Córdoba y ahí quise hacer algo más. Superé los 4 mil metros en el Penitente y eso implicaba otra preparación y otro desafío, eso te va llevando porque conocí gente que está en la misma sintonía”.