Una aventura que va Más allá de lo Soñado con Sandra Welwerth y Fernando Alfaro
27 de febrero de 2022
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“Salís a la mañana con la mochila, el mate, un sánguche y volves a la noche porque estuviste caminando por la Montaña todo el día”, así comienzan a contarnos Sandra Welwerth y Fernando Alfaro sobre sus aventuras soñadas arriba de su colectivo reconocido como “El Mono” o “Pie Grande”. 
Hace un año, los vecinos lamadritenses decidieron alejar todos los miedos e incertidumbres y emprendieron el primer viaje de un deseo llamado Más Allá de lo Soñado que tenían desde hace muchísimos años: viajar, conocer el mundo y disfrutar de la vida de la mejor manera, juntos en la ruta.
Los comienzos de un sueño compartido
Sentados al lado de su “Pie Grande”, con una mesita al lado y el infaltable mate, Sandra y Fernando nos relatan su historia. 
Están casados hace 31 años, tienen cinco hijos y siempre tuvieron el sueño de convertirse en viajeros.
“La idea fue tuya, siempre, desde novios –aclara Sandra mientras sonríe y señala a su esposo–. Cuando los chicos eran chicos nos regalaron el libro de los Zapp “Atrapa tu sueño”, eran una pareja que viajaban solos… ellos son los papás de todos los viajeros”, asegura y continúa explicando “Nos había volado la cabeza pero los chicos eran chiquitos y quedó ahí en la nada. Cuando crecieron y comenzaron a volar, empezamos a seguir viajeros por las redes y le decía "Mira, yo en la oficina y ellos en una playa, por la montaña… (...) Y un año, hace dos o tres atrás, dijimos ‘Listo’”. 
La pareja iba a comenzar a viajar el 20 de marzo del 2020, sin embargo, el 19 del mismo mes comenzó el aislamiento por la pandemia y todas las posibilidades de comenzar su aventura juntos quedaron reducidas a la nada.
Casi un año después, el 13 de enero del 2021, Sandra y Fernando salieron de La Madrid con su amado colectivo para comenzar y descubrir una de las aventuras más grandes de su vida.
“Esto nace como todo proyecto (...) Es una locura porque dejas la comodidad del sueldo, de la tarjeta, el laburo y de repente te lanzas a algo desconocido –expresa Fernado–. Una cosa es leer un libro y otra es vivirlo”.
Su viaje comenzó teniendo como destino Mar del Plata, donde  se despidieron de sus hijos y dejaron a Bernabé, el menor (17 años) que, si bien en un principio los iba a acompañar, había decidido quedarse con uno de sus hermanos mayores. Fue una decisión difícil y a la que les costó muchísimo adaptarse, sobre todo a Sandra. Luego de eso comenzaron su travesía juntos en la ruta.
“Hicimos el sur de la provincia de Buenos Aires… Carhué, Epecuén, esas fueron las primeras noches tétricas de dormir solos en la nada –Sandra se ríe ante el recuerdo–. Vos decías ¿Qué pasa si crece la laguna esta noche y nosotros estamos ahí? El peor lugar que podíamos haber elegido para empezar la aventura era ahí”.
“Subimos por La Pampa, hicimos todo Córdoba (...) Después ya pasamos hasta San Luis, todo por Traslasierra hasta ahí… No pensamos que eran tan lindos-reflexiona Sandra ante el recuerdo. 
La realidad supera las expectativas 
“En esto hay dos estilos, el rodantero que se va 10 días de vacaciones con su Motorhome y vuelve, ese paga todo. Y el viajero que es Gasolero y no paga nada. Caminas como loco pero vivís el turismo de otra manera”, nos cuenta Fernando.
“Lo conoces bien (al lugar en el que estás), no como el turista que va y saca unas fotos y se va. Nosotros nos quedamos a dormir, al otro día caminábamos… es distinto”, dice Sandra mientras Fernando agrega: “No es el turismo comercial”.
Ambos destacan que uno de los beneficios de los viajeros es tener la oportunidad de conocer la identidad de cada pueblo o ciudad que visitan, así como también de vivir experiencias únicas que de otra forma no hubieran vivido. Como por ejemplo, esa vez que en La Carolina, San Luis, terminaron sacando oro.
“Llegamos a La Carolina, es un pueblito de 300 habitantes. Vimos a un muchacho sacando oro, me arrimo, nos ponemos a charlar y me dice ‘¿Querés aprender?’ y le dije ‘Sí, buenisimo’’ y empezamos (...) Llegué a juntar un gramo", nos cuenta Fernando, emocionado ante el recuerdo. El lugareño no sólo le enseñó la labor sino que terminó regalandole a Fernando uno de los platos que se utilizan para ello, es un regalo que atesora con gran cariño. 
“Lo que iban a ser tres días fueron veintidós (...) Ella estaba como loca ya –Fernando señala a su esposa mientras ríe–, se había recorrido todo”.
“Y él estaba copado en el río sacando oro”, remata Sandra acompañándolo con diversión. 
Otra de las grandes sorpresas con las que se encontraron Sandra y Fernado fue con la gran comunidad, solidaria y compañera, que conforman los viajeros. 
“Hay una comunidad muy linda de viajeros y siempre que te encontrás, compartís experiencias, comidas, en algunos lados vamos juntos a hacer recorridas…”, nos cuenta Sandra. 
Personas de todo el mundo que viajan en todo tipo de vehículos: “En bicicleta, moto, combi chiquita, más grande, en colectivos, motorhomes”, detalla Fernando.
Se convierten en compañeros de ruta y hasta en familia, que te invita a pasar tiempo con ellos y está tanto en las buenas como en las malas.
“Una vez nos pasó que íbamos por Traslasierra, a Villa Dolores, a la casa de otros viajeros, y se me rompen los frenos”, nos cuenta Fernando. Justo era viernes por lo que tenían que estar dos días varados hasta poder conseguir que arreglen a “El Mono”.
"Llamamos a la familia que íbamos a visitar –sigue contándonos Sandra–. Les dijimos ‘No podemos dejar esto solo en la ruta, es nuestra casa (...) Ellos nos dijeron ‘Bueno, nosotros vamos y los vamos a acompañar porque sabemos lo que es estar solos en la ruta’. Pusieron su motorhome atrás del nuestro y se quedaron con el nene a dormir esos dos días con nosotros. Gente así conoces”.
“Como decía Zapp en el libro Atrapa tu Sueño, hay un 95% de gente buena en el mundo, solo que hay que salir a descubrirla”, finaliza Fernando.
Una vuelta de 360° grados
Convertirse en viajeros fue un antes y un después para Sandra y Fernando. Conlleva adaptarse a nuevas formas de vivir y ser, es un viaje que, más allá del hecho de conocer nuevos lugares y culturas, es trascendental para uno mismo.
“Se llama Más Allá de lo Soñado porque lo soñamos tanto tiempo y va más allá de lo que uno puede imaginarse”, aseguran los vecinos lamadritenses.
“No volvés igual, en montones de cosas yo era de una manera y ahora soy completamente distinta. No puedo ver la vida de la misma manera”, determina Sandra para luego agregar: “Nosotros trabajábamos todo el año para ir una semanita a Mar del Plata para ver a nuestros hijos, pasar las fiestas con ellos y volver a trabajar todo el año de nuevo. Y capaz que esa semana que íbamos nos tocaba toda la semana lloviendo…Y con esta vida nada que ver”.
“Tenés que animarte a hacerlo”, anima Fernando para terminar.

La entrevista fue publicada originalmente en Prensa La Madrid


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